Echo de menos tener azotea, alguna ventana y escribir un texto por semana… Echo de más mi trozo de cielo cuando no está y resulta odioso pensar que las paranoias eran más dulces cuando solo eran paranoias, porque es mentira. Ya estaba con ella cuando estar con ella era un sueño… pero en la letra pequeña una cosa va explícita, siempre brilló con luz propia, por lo que hay veces en que creo que no me necesita. Me puede herir y romper, tocar y hundir… puede insinuar, como Daconte, que soy libre para volar a otros nidos si es lo que me hace feliz o que puedo crear el mío propio para cuando quiera venir. Cualquier cosa es válida con su carisma, no necesito verla siempre perfecta porque me conformo con que sea ella misma.
La mente engaña y la mía quiere convencerme de que quererla no sirve de nada sin tocarla ni tenerla, es ahí que entre líneas también quiera besarla… con un par de esos tardaría una eternidad en olvidarla y es posible que antes de que eso suceda muera por enfermedad o por cumplir la edad. Ahora es una contrariedad que mire a otras pero siempre así me parece mucho tiempo, por eso a veces ansío descansar en los recovecos de su cuerpo. El año pasado eché de más la carrera, mi deseo de año nuevo fue que este pareciera un paseo y seguir superando las barreras que a veces me imposibilitan el fraseo… línea a línea fantaseo con hacerla sonreír, tanto que acabo echando de más los días en que no la veo y dando color a los grises en los que ya no creo.
Vive en mi ser y es posible que no seamos el uno para el otro, por eso lo tengo claro… tanto si soy yo quién quiere llevarla el huerto como si me quiere llevar ella a mí, sin andar con rodeos tardaremos en llegar al destino porque me entretendré en conocerla por el camino. Confío en ella y lo tengo más claro en los momentos que no me puedo fiar de mi, salir a buscarla puede resultar una tortura… Corro el riesgo de no encontrarla y de perderme, aún más pasa y pesa cuanto más me alejo porque lo peor es aburrirse y tener que volver, menuda locura. Lo mío es crónico y no tiene cura… sobre todo en días como hoy donde esta condena resulta una dulzura.
Hay días en que estoy triste por no encontrar motivos para estar alegre, por culpa de la soledad... pero son pocos, porque en uno de ellos descubrí que estará tan lejos de mi como yo la sitúe y que estaré tan lejos de ella como me posicione. Desde entonces la llevo conmigo siempre y casi nunca me alejo. No me caigo bien cuando por culpa de mi obsesión me arrojaría a otros brazos, y lo llamo obsesión porque a eso no se le puede llamar amor. Hace que quiera ser mejor persona, de poquito a poco y sin hacer nada ha mejorado lo peor de mi, por eso abundan los días en que me pongo muy contento por no encontrar motivos para estar deprimido y siempre así no me parece tan malo. He echado mucho de menos, de más otro tanto... pero ¿sabes algo preciosa? Lo que más he echado de menos desde que estuve en la consulta del médico era escribir una prosa.